¿Qué es la dispraxia (TDC) y cómo identificarla en niños?

Niño participando en una actividad de integración sensorial en el centro educativo inclusivo Integra Vidas en Panamá.

La dispraxia, conocida médicamente como trastorno del desarrollo de la coordinación (TDC, por sus siglas en español), es una condición neurológica que afecta la coordinación física y la ejecución de movimientos planeados. Aunque no afecta la inteligencia, puede generar retos importantes en la vida diaria, especialmente durante la infancia.

Según Cleveland Clinic, se estima que entre el 5% y el 6% de los niños en edad escolar tienen dispraxia o TDC, siendo más común en varones.


¿Qué síntomas presenta un niño con dispraxia?

Los síntomas de la dispraxia pueden variar dependiendo de la edad y el tipo de tareas que el niño enfrente, pero algunos signos frecuentes incluyen:

  • Dificultad para coordinar movimientos físicos, como correr, saltar o subir escaleras.
  • Torpeza al moverse: caídas frecuentes o tropiezos con objetos.
  • Problemas con las habilidades motoras finas, como abotonarse la ropa o escribir.
  • Retrasos en el desarrollo del habla o dificultad para pronunciar palabras claramente.
  • Evita actividades físicas o juegos en grupo por frustración o ansiedad.
  • Desorganización en tareas cotidianas, como empacar una mochila o seguir instrucciones simples.

La dispraxia también puede afectar las habilidades sociales si el niño evita actividades que requieren coordinación física o comunicación clara.


¿Qué causa la dispraxia o trastorno del desarrollo de la coordinación?

Aunque no se conocen causas específicas, se cree que la dispraxia está relacionada con diferencias en el desarrollo de las áreas cerebrales que controlan el movimiento. Factores como el nacimiento prematuro, bajo peso al nacer o antecedentes familiares pueden aumentar el riesgo.

Según Cleveland Clinic, la dispraxia no es consecuencia de una lesión cerebral ni de una enfermedad. Es una condición del neurodesarrollo que puede coexistir con otros trastornos como el TDAH o el trastorno del espectro autista.


¿Cómo se diagnostica la dispraxia?

El diagnóstico de la dispraxia requiere una evaluación completa por parte de un equipo multidisciplinario. Usualmente se incluye:

  • Observación directa del niño en actividades cotidianas.
  • Pruebas estandarizadas de coordinación motora.
  • Entrevistas con padres y maestros.
  • Evaluación del desarrollo del lenguaje y la cognición.

El diagnóstico se basa en criterios establecidos por manuales clínicos como el DSM-5, y es fundamental descartar otras causas médicas o sensoriales.


¿Cuál es la diferencia entre dispraxia y torpeza común?

Muchos niños pueden parecer torpes en alguna etapa de su desarrollo, pero la dispraxia implica una dificultad persistente y significativa que interfiere con el desempeño en la escuela, el hogar y en actividades sociales.

A diferencia de la torpeza pasajera, la dispraxia no desaparece sin apoyo terapéutico y suele requerir adaptaciones y estrategias específicas para ayudar al niño a desenvolverse.


¿Qué tipos de dispraxia existen?

La dispraxia puede manifestarse de distintas formas. Los tipos más comunes son:

  • Dispraxia motora: dificultad para controlar movimientos grandes o pequeños (como correr o abotonar una camisa).
  • Dispraxia verbal (apraxia del habla): afecta la coordinación de los movimientos necesarios para hablar.
  • Dispraxia ideacional: dificultad para ejecutar una secuencia de acciones correctamente (como preparar un sándwich).
  • Dispraxia ideomotora: problemas para imitar gestos o movimientos que no son parte de una rutina aprendida.

¿Qué impacto tiene la dispraxia en la vida escolar y social?

Los niños con dispraxia pueden tener dificultades para:

  • Participar en deportes o juegos grupales.
  • Escribir de forma legible o con rapidez.
  • Seguir instrucciones complejas.
  • Organizar sus tareas escolares o pertenencias.
  • Relacionarse con sus compañeros debido a la frustración o inseguridad.

Esto puede llevar a problemas de autoestima, ansiedad o rechazo escolar si no se brinda el apoyo adecuado a tiempo.


¿Cómo se trata la dispraxia?

Aunque la dispraxia no tiene cura, existen múltiples terapias que ayudan al niño a desarrollar estrategias para mejorar su coordinación y desempeño diario. Entre las más efectivas están:

  • Terapia ocupacional: para mejorar habilidades motoras finas y gruesas.
  • Fonoaudiología: especialmente útil en casos de dispraxia verbal.
  • Psicopedagogía o apoyo educativo: para adaptar el aprendizaje y reducir la frustración en el aula.
  • Fisioterapia: para trabajar equilibrio, postura y movilidad general.

Cleveland Clinic destaca que los niños con TDC mejoran significativamente con programas estructurados y apoyo constante desde la familia, la escuela y los profesionales de la salud.


¿Qué pueden hacer los padres y educadores?

El acompañamiento amoroso y la intervención temprana son fundamentales. Algunas acciones clave incluyen:

  • Crear rutinas claras y predecibles.
  • Adaptar materiales escolares para facilitar el desempeño (por ejemplo, lápices con agarre especial).
  • Celebrar los logros, por pequeños que sean.
  • Colaborar con terapeutas, psicopedagogos y docentes.
  • Evitar la sobreprotección, pero ofrecer apoyo y comprensión constante.

¿Dónde buscar apoyo para la dispraxia en Panamá?

En Panamá, centros especializados como Integra Panamá ofrecen terapias integrales para niños con dispraxia y otros trastornos del neurodesarrollo. Sus servicios incluyen terapia ocupacional, fonoaudiología, psicopedagogía, estimulación temprana y más, dentro de un entorno inclusivo y personalizado.


Conclusión

La dispraxia es una condición real que puede afectar la calidad de vida de un niño si no se detecta a tiempo. Afortunadamente, con diagnóstico temprano y terapias adecuadas, los niños pueden superar muchos de los desafíos que enfrentan y desarrollar su máximo potencial.

Para conocer más sobre esta condición, puedes consultar la fuente médica confiable de Cleveland Clinic aquí.


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